martes, 9 de enero de 2001

José Miguel Carrera


José Miguel de la Carrera y Verdugo, nacio en Santiago de Chile el 15 de Octubre de 1785 y murió en Mendoza el 4 de septiembre de 1821.
Este hombre fue un político y militar chileno. Prócer de la emancipación de Chile y destacado participante en las guerras de independencia, jefe de gobierno y primer general en jefe del Ejército. Considerado como el primer caudillo en la historia republicana de este país, y uno de los primeros de América. Actúo en vida como fiel expresión y exponente del Cesarismo (concepto utilizado por diversos autores para definir un sistema de gobierno centrado en la autoridad suprema de un jefe militar).

Hijo de una familia aristocrática, tras servir a las armas del Rey de España en contra del ejército de Napoleón, llegó a Chile en julio de 1811. Luego de sucesivos golpes de Estado, el 15 de noviembre se hace nombrar presidente de la Junta Provisional de Gobierno, y el 2 de diciembre, tras disolver el Congreso Nacional, asumió plenos poderes. Su gobierno, abiertamente separatista con respecto al aparato estatal de España, tuvo que hacer frente a la invasión que el Virrey Abascal mandó a realizar desde Talcahuano, desencadenando así la Guerra por la Independencia de Chile. Tras una serie de fracasos, coronados en el Desastre de Rancagua, Carrera se vio obligado a retirarse de Chile junto al resto de militares y ciudadanos que partieron temporalmente a Mendoza, para la reorganización de la lucha y la liberación de su Patria, país al cual nunca más volvería a ver, pese a sus esforzados intentos por conseguir recuperar el poder. Sus intentos por regresar a Chile lo llevarían a conseguir apoyo de mapuches, corsarios, oficiales napoleónicos y estadounidenses retirados de sus respectivos ejércitos, e incluso del propio presidente de los Estados Unidos.
Su vida política y militar desde 1815 en adelante fue decayendo progresivamente hasta que, en 1821, tras ser arrestado como montonero, fue fusilado en la Ciudad de Mendoza.

lunes, 8 de enero de 2001

Vision General


José Miguel Carrera es uno de los personajes más controversiales de la historia chilena. A pesar que es considerado como uno de los padres de la patria en Chile, durante su vida misma fue acusado por algunos patriotas de traición a la causa independentista y de buscar instaurarse como dictador, caso que refleja por ejemplo en las acusaciones que se le hicieron por tratar de convertirse en un Napoleón en tierra chilena.
Algunos historiadores, como Diego Barros Arana, suponen que gran parte de estas controversias derivan del carácter impetuoso y apasionado de Carrera, pues a menudo él no habría considerado las posibles consecuencias de sus actos, lo que en ocasiones produjo resultados nefastos al fin último que buscaba. Sin embargo, es posible también entender sus actos como motivados por una finalidad diferente a la de otros independentistas, lo que habría producido desacuerdos y problemas.

En efecto, a pesar que Carrera era claramente independentista, existen autores que dudan del republicanismo del caudillo,y, al contrario, otros lo consideran el fundador de la República. Existen también algunos historiadores que simplemente lo ven como uno de los primeros caudillos que, basados en el poder militar y la demagogia, ron mucho de la vida política de América Latina
Otra rama historiográfica reconoce el papel fundacional de Carrera. Ven en él a un revolucionario que en base al poder político que pudo acumular dotó al país no solo con una constitución política sino una nueva institucionalidad (como el Senado de 1812), de nuevos símbolos patrios, de una nueva educación más acorde con los nuevos tiempos y más extendida al incluir a las niñas, entre otros avances que harían de él el verdadero constructor de la República. Dentro de esta corriente se puede catalogar a los hermanos Amunátegui y a Julio Alemparte.

sábado, 6 de enero de 2001

Intervención política de José Miguel Carrera: dudas y confusiones

Cuando José Miguel Carrera llega a Chile, el sector más independentista -liderado por Juan Martínez de Rozas, quien aparentemente era miembro de la misma logia que Carrera: Los Caballeros Racionales - había organizado un golpe de estado alegando irregularidades en la elección del primer congreso apoyado por sus hermanos: Juan José y Luis, quienes estaban al mando de las tropas en la capital. José Miguel persuadió a sus hermanos de esperar, mientras el trataba de convencer al sector más conservador de solucionar el problema pacíficamente.
Fracasada esa intentativa, José Miguel decidió que la única solución era ese golpe, el que tuvo lugar exitosamente el 4 de septiembre de 1811. Sin embargo, su intervención tuvo otras dos consecuencias:
Primero, debido a la posposición inicial del golpe se produjo un esbozo de rivalidad entre la capital y Concepción y por ende, entre Rozas y Carrera. A consecuencia de esto, al día siguiente pero sin coordinación con los sucesos de Santiago, los "exaltados" reemplazaron, en un cabildo abierto, los diputados de esa provincia por otros independentistas.
Segundo, Carrera demostró ser quien tenía control efectivo sobre las fuerzas armadas.
El resultado inmediato fue que el Congreso Nacional quedó en manos del sector independentista. Sin embargo, el 15 de noviembre del mismo año, Carrera dio un segundo golpe, que mantuvo formalmente el Congreso, pero estableció un triunvirato integrado por José Gaspar Marín (por Coquimbo y Bernardo O'Higgins -como suplente de Rozas- por Concepción pero encabezado por Carrera (por Santiago), dando así comienzo a la controversia sobre sus motivaciones e intenciones.
Carrera mismo da tres motivos diferentes para ese segundo golpe. Él circuló el 20 de noviembre un panfleto anónimo que dice que ese Congreso sufría de la “nulidad más imaginable” por cuanto para su formación, “no se había consultado la voluntad libre del ciudadano y atropellado la representación general”. Sin embargo, en un “Manifiesto” circulado en las provincias y fechada el 4 de diciembre del mismo, argumenta que la convocación al Congreso mismo había sido inoportuna, por cuanto el país no estaba preparado para tener ese tipo de instituciones. Agrega además que la elección de diputados habría sido nula debido a que había estado sujeta a “la acción de cabalas y facciones”. Termina asegurando que tal situación era inaceptable para el pueblo, el cual no había tenido otro recurso que recurrir “a la tropa y, no pudiendo esta ensordecer con indolencia una queja que lo tocaba tan de cerca, hizo suya la demanda”. Finalmente, en su diario militar revela que el propósito era deponer lo que el consideraba la preponderancia de la familia Larraín: “Ya no podíamos conformarnos por más tiempo con la ción de la casa. Los buenos chilenos ocurrían acusándonos de haber sido los que habíamos puesto al país en manos de aquella familia y que por consiguiente habíamos cooperado a la esclavitud de todo Chile… nada protegía aquella maldita familia para no sofocarla”. Lo interesante de esa última opinión -la privada de Carrera- es que no menciona intereses políticos más allá que la destrucción de esa familia y su reemplazo por la de él.
Poco después, el 2 de diciembre de 1811, el congreso fue disuelto (lo que llevo a la renuncia de Marín y O'Higgins del triunvirato) Carrera nos da, en su diario militar, sus razones: “Los hombres que componían el Congreso, en su mayor parte ignorantes, asesinos y últimamente dirigidos por uno o dos perversos, fue el motivo que nos determino a su deposición”. El tenía ahora el poder total.
A consecuencia de lo anterior, la Junta de Concepción desconoció la autoridad del gobierno militar, demandando la restauración del gobierno representativo. Carrera -a través de O’Higgins- mando aseveraciones de buena voluntad y en una reunión -a fines de abril de 1812- aseguro a Rozas que de hecho, “desde la revolución de diciembre protesto el gobierno (de Carrera) que seria Representativo”. Confiando en las palabras de Carrera, las tensiones se relajaron y las provincias del sur se dispusieron a recibir diputados a fin de resolver las dificultades. Carrera agrega en su diario “Para evitar los males con que nos amenazaban las juntas de Concepción i Valdivia, era preciso tomar medidas sagaces i activas; asegurada Concepción, nada costaba sujetar a Valdivia. En agosto de 1812 fue mandado a Concepción don Juan Antonio Salcedo y Munoz, como diputado del gobierno (de Santiago) cerca de la junta de guerra, para tratar y cortar toda desavenencia; su principal objeto era destruirla logro por el influjo de don Pedro Benavente revolucionar la tropa, destruir la junta de guerra, apresarla, remitirla a Santiago con muchos de los sospechosos y dejar el mando seguro en manos de Benavente.” A consecuencia de esas y otras maniobras, la guarnición de Valdivia se puso a las órdenes del virrey del Perú y en Concepción misma las autoridades y sectores políticos más conservadores vieron fortalecidas sus posiciones.
Lo anterior dio motivos para muchas sospechas. Algunos vieron el segundo golpe como un intento de restaurar el partido monarquista.Otros, incluso ajenos a la política chilena como una tentativa basada en la ambición personal.
Es de notar que todo lo anterior fue justificado por José Miguel Carrera como necesario para el bien “de la causa de la independencia”. Sin embargo, a pesar de tales declaraciones en relación a buscar la independencia, es de notar que en documentos oficiales de su gobierno esa independencia nunca fue declarada y, por el contrario, se reconocía específicamente a Frenando VII como el legítimo rey de Chile. Aun tan tarde como en septiembre de 1814 el gobierno Carrerino proclamaba que “Hoy le hostiliza el infame Mariano Osorio contra las órdenes expresas del Rey, que en el decreto del 4 de mayo de 1814 deja las autoridades constituidas en ambos hemisferios hasta la resolución de un nuevo Congreso, y anula la Constitución Española, y órdenes de la Regencia con la pena de muerte a los que pretendan su obediencia. Por tanto, se declara a Osorio y a todos los que sigan su campo traidores al Rey y a la patria.”

viernes, 5 de enero de 2001

Intentos para detener la Revolucion

Al conocer las intenciones, Carrera en un primer momento sugirió que se reuniera al pueblo junto a los Granaderos para que desde allí se solicitasen las medidas correspondientes, pero se indicó que el pueblo era demasiado tímido y no se juntaría. Entonces Carrera indicó que lo mejor sería que la parte sana del pueblo firmase las exigencias al Congreso y que él, al mando de los Granaderos, apoyaría el plan.
A pesar del compromiso de Carrera con los exaltados, éste dudo bastante antes de echar a andar el golpe de Estado. Tal como el menciona en su Diario Militar, le pareció que debía tocar todos los medios posibles para evitar un paso perjudicial, y para ello se dirigió personalmente a hablar con el Presidente del Congreso Nacional, Manuel Pérez de Cotapos, quien sin embargo no atendió a sus peticiones de acceder de modo pacífico a las demandas. José Miguel Carrera advertió a Pérez Cotapos por su negativa:
Usted me ha comprometido; tema los resultados de tan imprudente paso.
De esta forma, sin poder cambiar la actitud de Pérez Cotapos y asegurándose ser él junto a sus hermanos los gestores del golpe, todo estaba listo para echar a andar el movimiento revolucionario. Con el pasar de los días, el aire general entre la población se fue enrareciendo por los rumores de una posible asonada militar, por lo que algunos advirtieron al nuevo Presidente del Congreso Nacional, el presbítero Juan Cerdán, quien hizo caso omiso de los rumores al considerarlos meros rumores populares.

jueves, 4 de enero de 2001

Triunfos y derrotas patriotas en el Congreso


Sin embargo, a pesar de encontrarse en minoría, el sector exaltado del Congreso trató de obstruir dentro de sus capacidades las propuestas de realistas y moderadas, pero sin obtener muchos créditos. Después de la fallida intentona militar que habían preparado los exaltados para el día 27 de julio, que no se llevó a cabo debido a la ausencia de Juan José Carrera con sus tropas quien siguió el consejo de su hermano, los patriotas enfocaron sus fuerzas en impedir la elección de una nueva mesa ejecutiva en el Congreso, pues sabían que nuevamente serían derrotados por la mayoría.
Un gran triunfo fue el que consiguieron los patriotas al evitar el envío de fondos al capitán Fleming para despacharlos a España con el objetivo de sustentar la guerra que ése país enfrentaba contra el ejército napoleónico. Sin embargo una clara y contundente derrota fue la que recibieron cuando el Congreso rechazó la propuesta de Manuel de Salas de dividir el territorio y Santiago y Concepción, facilitando así una eventual representación de Rozas por la zona. Tras el rechazo del Congreso a la propuesta, y en vista de la imposibilidad de realizar medidas proclives a darle al Reino un rumbo más patriótico, el día 9 de agosto los 12 diputados exaltados se retiraron del Congreso arguyendo lo escandaloso que seguía siendo el aumento de 6 a 12 los diputados para representar a Santiago. reorganizarlo dándole a Coquimbo el reconocimiento de Intendencia al igual que