viernes, 5 de enero de 2001

Intentos para detener la Revolucion

Al conocer las intenciones, Carrera en un primer momento sugirió que se reuniera al pueblo junto a los Granaderos para que desde allí se solicitasen las medidas correspondientes, pero se indicó que el pueblo era demasiado tímido y no se juntaría. Entonces Carrera indicó que lo mejor sería que la parte sana del pueblo firmase las exigencias al Congreso y que él, al mando de los Granaderos, apoyaría el plan.
A pesar del compromiso de Carrera con los exaltados, éste dudo bastante antes de echar a andar el golpe de Estado. Tal como el menciona en su Diario Militar, le pareció que debía tocar todos los medios posibles para evitar un paso perjudicial, y para ello se dirigió personalmente a hablar con el Presidente del Congreso Nacional, Manuel Pérez de Cotapos, quien sin embargo no atendió a sus peticiones de acceder de modo pacífico a las demandas. José Miguel Carrera advertió a Pérez Cotapos por su negativa:
Usted me ha comprometido; tema los resultados de tan imprudente paso.
De esta forma, sin poder cambiar la actitud de Pérez Cotapos y asegurándose ser él junto a sus hermanos los gestores del golpe, todo estaba listo para echar a andar el movimiento revolucionario. Con el pasar de los días, el aire general entre la población se fue enrareciendo por los rumores de una posible asonada militar, por lo que algunos advirtieron al nuevo Presidente del Congreso Nacional, el presbítero Juan Cerdán, quien hizo caso omiso de los rumores al considerarlos meros rumores populares.

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